Nunca en la historia de la humanidad se había producido una circunstancia como la que estudiaremos en este capítulo: un hecho histórico se ha convertido en dogma de fe y no puede ser cuestionado por historiadores, científicos o investigadores de cualquier rama del saber.
En la actualidad, poner en duda toda la parafernalia que envuelve el mito del Holocausto constituye un crimen de pensamiento y se ha convertido en un delito tipificado en los códigos penales de numerosos países. Los revisionistas vienen siendo perseguidos y condenados con años de cárcel por odio racial o antisemitismo. Los medios de comunicación los rechazan y sus trabajos no merecen ninguna atención, pues se considera que carecen del menor interés y no deben ser difundidos.
Naturalmente, si los argumentos y las tesis del revisionismo fueran panfletos carentes del menor rigor, podría aceptarse el desinterés general por sus planteamientos; pero no es el caso, sino todo lo contrario. Los trabajos presentados abarcan los diferentes aspectos relacionados con el supuesto exterminio de seis millones de judíos y son extremadamente convincentes.
Cualquier lector interesado en descubrir la verdad histórica hallará en las obras de los revisionistas cuanto puede exigirse a un investigador riguroso. Pese a ello, el número de países occidentales supuestamente democráticos que promulgan leyes que atentan contra la libertad de pensamiento y de expresión en relación con el Holocausto aumenta año tras año.
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