La localidad de Tavistock, en el condado de Sussex, Inglaterra, es el centro mundial del lavado de cerebros en masa y de ingeniería social. Después de haber tenido un comienzo un tanto difícil en Wellington House, allí creció una compleja organización que habría de dar forma al destino del planeta entero, al tiempo que cambiaría el paradigma de la sociedad moderna.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Tavistock fue el cuartel general de la Oficina de Guerra Psicológica del Ejército británico, que, por medio de lo que disponía la Ejecutiva de Operaciones Especiales también dictaba la política que habían de seguir las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en lo referente a la guerra psicológica.
¡Mire a su alrededor! A consecuencia de un ataque frontal a nuestro futuro perpetrado por los más destacados sociólogos e ingenieros conductuales de todo el mundo, se rompieron las anclas que sujetaban la intención moral de las naciones. Nosotros, el pueblo, hemos sucumbido a una irracional indiferencia hacia lo moral. No se confundan, todo lo que ha habido desde la Nueva Izquierda hasta el Watergate, Vietnam, lo Papeles del Pentágono, el sucio, asqueroso e inmoral movimiento hippie, el movimiento contra la guerra y la contracultura de las drogas y el rock, han sido asimismo proyectos de ingeniería social planificados de antemano.
Lo que se ataca no son solamente nuestro derechos individuales, sino más bien la institución misma de la República/Estado-Nación, partiendo del mastodóntico programa de ingeniería social ideado por los oligarcas y llevado a la práctica a través del Instituto de Relaciones Humanas de Tavistock y de otra red, mucho más grande, integrada por centros de psicología social aplicada y de ingeniería social que surgieron después de la Segunda Guerra Mundial. Dichos grupos nos ven y ven los principios de los Estados-Nación como claros enemigos filosóficos.
Tener a la mayoría en un estado continuo de ansiedad interior funciona, porque se obliga a las personas a que estén demasiado ocupadas en asegurarse su propia supervivencia o a competir por ella para colaborar en la construcción de una reacción eficaz. Esto también lleva por todas partes la firma de Tavistock.
Nos encontramos en una encrucijada. Y del camino que tomemos ahora dependerá que vivamos en el siglo XXI como Repúblicas de Estado-Nación o como un montón de esclavos subyugados, diezmados y deshumanizados.
Daniel Estulin
(De la introducción).
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