<<Espero que esta lectura os sea provechosa. Ella os enseñará a caminar, durante esta vida, a la luz de la fe, para prepararos a la vida que no ha de tener fin>>
Resulta difícil no emocionarse varias veces al sumergirse en esta narración -a medio camino entre la novela de aventuras y el relato autobiográfico-, atribuida en un principio a Jean Chaurrau, el jesuita que la llevó a la imprenta. Sin embargo, en las últimas ediciones francesas es más común, y más justo, encontrar el nombre de María de Sainte-Hèrmine como autora y única superviviente de una familia de vendeanos, los Serant . Ella misma explica en las primeras páginas el objetivo que le movió a escribirla: <<dar a conocer a su descendientes los beneficios con los que Dios ha colmado a su familia "beneficios amargos, sin duda, pero preciosos a la vez">>. Es uno de sus nietos quien entrega el manuscrito a Chaurrau con la autorización para publicarlo.
El conmovedor testimonio de Sainte-Hèrmine nos muestra el -Terror- de la Revolución Francesa más allá de la conocida barbarie parisina, porque los cantones de La Marsellesa también perpetraron el primer genocidio moderno, masacrando a toda una región que se resistía a convertirse en esclava de las nuevas ideas. El episodio se llama -la Guerra de la Vendée-, tomando el nombre de la región insurrecta -Contrarevolucionaria-, los llamados "Bandidos", aquellos nobles y campesinos que se bordaron en las camisas el Sagrado Corazón con una divisa antigua: <<Dios y el Rey>>, es decir, lo más proscrito para los "Patriotas" de la Francia Revolucionaria. Este es el diario, las memorias de esa terrible historia ocultada de los vencidos, de una familia de memorables "Bandidos".
La Vendée fue doblemente destruida. Primero, con una carnicería sistemática que acabó con la vida de 170.000 personas y la destrucción del 20% de sus edificios. Después con su tragedia borrada de la Historia Oficial.
<<SOLO EXISTE UNA DESGRACIA IRREPARABLE: TRAICIONAR AL DEBER Y PERDER EL ALMA>>.
María De Sainte-Hèrmine.
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